Medicina de almas y de mi propio cuerpo

jueves, 15 de septiembre de 2011

Terrores nocturnos.

No es la primera vez, ni será la última en que escriba sobre el miedo. Reflexionar sobre este estado me ha dado siempre fuerzas para luchar en su contra.
Todos tenemos terrores nocturnos, nos despertamos sofocados, sudando la gota fría y con el vello erizado porque nuestro subconsciente nos ha jugado una mala pasada, técnicamente todo es culpa del sistema nervioso autónomo; en la práctica considero que la culpa recae sobre nuestro lóbulo frontal. El lóbulo frontal se encarga de realizar los pensamientos y es por la noche cuando el resto de sistemas de alarmas están desconectados cuando campa a sus anchas y a veces nos hace pensar en cosas que evitamos durante el día. Muchos de los sueños que tenemos por irreales y faranduleros que parezcan tienen una gran base de nuestros miedos ocultos.
Cuando tenemos un sueño de estos cuesta recuperarnos y volver a conciliar el sueño, pero generalmente lo hacemos porque intentamos pensar en cosas mas bonitas.

 Esta técnica que realizamos inconscientemente por la noche debería ser la que aplicáramos por el día.  
Vencer al miedo comienza por mirarle a los ojos. 
Dicho esto comentaremos que no es fácil dejarnos llevar y dejar de tener miedo, pero somos nosotros mismos los únicos que podemos ayudarnos. 
Sentir miedo no nos ayuda a enfrentar nuestros que haceres sino todo lo contrario, nos paraliza, nos limita, nos anula. Y esta en nosotros dejar el miedo de lado y enfrentarnos al mayor de los dragones (el de los miedos personales). Autoconfianza, determinación y perseverancia son las mejores armas que se pueden utilizar para ganarle la batalla al miedo. 
Cerrar los ojos, lanzarse al vacío y creer que no caeremos en suelo duro es la mejor forma de descubrir que al miedo se le puede ganar la batalla porque el único lugar donde puede habitar es dentro de nosotros.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Sobre la vida y la muerte.

Siento todo el tiempo que llevo sin escribir, pero el titulo de la entrada me ha tenido tremendamente ocupada estas últimas semanas.
La soledad y la compañía me han hecho reflexionar en demasia sobre ambas cuestiones. Supongo que parte de los que leen este blog tendran miedo a lo segundo y otra parte lo tendra a lo primero (aunque no lo reconozcan). Podría incluirme en ambas partes, siempre he podido, pero en cuestión de poco tiempo he aprendido (mejor dicho, estoy aprendiendo) a aceptar la realidad sin querer cambiarla, y puesto que lo segundo es inevitable debemos dejar de temer lo primero.
Sobre la vida deberiamos aprender que cada instante es único e irrepetible y que las personas que nos acompañaran en este camino pueden ayudarnos o ponernos la zancadilla y es cuestión personal decidir a quien queremos cerca.
Sobre la muerte deberiamos aprender que solo es un tránsito hacia otra vida, que dejamos aquí nuestro cuerpo para salvar nuestra alma y que ese alma del que hablo nos acompaña en ambas etapas.
El alma que es al fin y al cabo el eje central de todo nos pertenece a cada uno de nosotros y en nosotros está desarrollarlo hacia unas acciones u otras, no tiene ningún sentido temer a la muerte cuando se ha tenido una vida plena al igual que no tiene sentido temer a la vida cuando la muerte es un contrato firmado.

La conclusión que intento sacar de todo esto (estos días, estas lineas) es que debemos vivir con nuestros valores, haciendo lo que debemos en cada momento, luchando para ser feliz cada segundo y eligiendo quien queremos cerca nuestra porque vivir está en nuestras manos y morir aunque nos duela no.