Llevo tiempo sin escribir, no por falta de ideas sino por lo más común del mundo falta de tiempo. Son estas mismas (las ideas) las que me traen por estos lares. La madurez del pensamiento que no es lo mismo que los pensamientos maduros.
Hace algún tiempo discutí con alguien sobre la lealtad de las personas que cambian de ideas de un día para otro y de un color al opuesto del panton. En aquel momento concebia las ideas como entes que no eran inherentes al tiempo, entes que perduraban sin modificación durante el paso de los años. Apenas unas semanas después yo misma lo he sufrido, en este caso no en temas políticos sino personales.
Pero ¿cómo se puede cambiar de ideas de una manera tan radical? si lo analizo desde la lógica, la epidemiología, el discurso socrático y todas esas ciencias que me han inculcado en estos seis años de carrera puedo encontrar muchas excusas, la más importante de ellas la experiencia personal pero aun así no atisbo a comprender como algo que amamos al día siguiente los humanos somos capaces de odiarlo.
Sea como sea el ser humano si por algo se caracteriza es por adaptarse a la perfección al medio ambiente (única y mejor manera de supervivencia) asi que concluyo mis devenires con que podemos sobrevivir con cualquiera de las ideas extremas que existan en el planeta y luchar por ellas, cada cual en su momento adecuado y que todo esto no es traicionarnos a nosotros mismos mientras mantegamos viva la esencia que llevamos dentro.
Puede ser que los pensamientos necesiten ser madurados, madurez de pensamientos. O puede ser simplemente que los que maduramos somos nosotros y el cambio de opinión es algo inherente a la adaptabilidad del ser humano en el medio en que convive. Sea cómo sea los seres humanos no dejan de asombrarme y espero que así siga siendo durante mucho tiempo.
Permitidme un consejo
¡Nunca perdais las ganas de seguir soñando!